El desmonte es inevitable, en un pequeño trozo del polígono semi construido, donde previsiblemente se ubicará una empresa nueva que nos dará más trabajo feliz de 8 a 8 sin necesidad de preocuparnos por nuestras necesidades, las que tendrán que ser menores al pasar menos tiempo fuera de la empresa. Allí en esa tierra vuelve a crecer la vida y cuando la empresa muera, por encima de sus cimientos volverá a crecer una y mil veces.
Las máquinas son rápidas, y la vida también.