En un pequeño espacio florecen las habas, la mirada empujada por una fuerza que no está dentro del cuerpo, una fuerza que es un aliento que empuja el cuerpo y hace mover los ojos hacia el negro-blanco, porque es noche-día, porque es contrario, es la atracción hacia los extremos. Por otro lado no están nada mal estas habas más buenas, más crudas; en el fondo somos iguales las abejas-personas, les va mejor , debido quizás a que no tienen rey, y a nosotros peor porque tenemos capitalismo.
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